Friday, January 26, 2007

So long

Hoy, antes de la fiesta en casa de M. (a la que deberé llegar puntual), veré a un amigo con el que no he hablado desde hace un tiempo. Lo cité en ese café al que vas todos los viernes por la tarde, esperando encontrarte, deseando verte.

Deseando que me veas.

Ojalá estés ahí.

I really want to see you, I really want to be with you, I really want to go with you
…but it takes so long my love.



[my sweet lord, george harrison]

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Tuesday, January 23, 2007

Con disfraz de pecadora

Tengo una cita el jueves, en la calle Londres. Ahí nací, expuse mis fotos en un Cedart (hace mucho cuando era un lugar para visitar a mi amiga A., que aún no cambiaba al DF por San Miguel) y conocí a un hombre que se jactaba de ser tan guapo y brillante que, al final, uno realmente se convencía de que lo era.

Lo conocí nerdmente. Leía su columna en un periódico y un día le escribí. Él respondió. Comenzamos luego a chatear y a los pocos días nos conocimos. Nos caímos bien, quizá hasta nos gustamos, pero no tanto, seguramente. Suficiente para que me regalara un cómic que yo atribuía a una mente enferma, pero cuyo autor era precisamente él Entonces yo no estaba equivocada, claro está.

Comer con él, las pocas veces que lo hicimos, fue siempre una experiencia divertida. Me hizo la vida más ligera y amable en una época en la que M. me ignoraba todo el tiempo y en la que J. comenzaba a convertirse en un fantasma que, hasta ahora, me persigue y me encuentra cuando menos lo espero.

Me hizo reír y nunca se lo agradecí. Es una gran persona y nunca le dije cuánto lo consideraba. Incluso puedo decir que lo quise tanto como quiero sólo a mis amigos más cercanos. Y eso es mucho. Más de lo que podría merecer alguien que piensa que estoy hecha de plástico fino (y ni tan fino, agregaría quizá).

Un día, sin más, desapareció. No sé qué le hice o que le dije (porque, eso si, se comportaba como una nena para muchas cosas), pero no volvió a escribirme o hablarme o verme nunca más. Nunca sabré que pasó, y aunque ya no me preocupa saberlo, temo que fuera mi culpa. Todo hombre es un enigma y toda mujer una bruja consumada. Yo no quería serlo, pero mi naturaleza me traiciona de vez en cuando y sin darme cuenta.

Supe, luego, que estando en Chile se había enamorado y se había mudado a París. Se casó. Me lo contaron mientras yo leía con soltura una revista. Me sentí feliz, recuerdo, porque si alguien merecía que su vida fuera una hermosa novela, era este personaje. A veces la vida si es justa.

Hace mucho no pensaba en él, y es que hace mucho no pensaba en esa calle. Estaba a punto de olvidar la noche que me esperó en la barra de un bar, mientras, en otro lado, yo iba haciendo discoteca. O esa otra vez en la Condesa cuando, seguramente, lo salpiqué con espuma de cerveza... y no hubo otra vez, y que bueno, porque de haberla habido él no me iba a rescatar.

Recorreré la vieja calle de Londres en estos días y no podré pasar por él para ir a comer ni podré ver a A. porque ella, como él, no volverá nunca a ese rincón de la Zona Rosa y no volveré a exponer mis fotos en ningún lado porque he abandonado eso hasta nuevo aviso.

Me imagino que, de esto, ya nada importa, pero dicen, dicen, que fueron días para recordar.




[veneno en la piel, radio futura]

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